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miércoles, 8 de enero de 2014

Mascarilla de fresas para el cutis

Llega la temporada de fresas y con ellas los remedios caseros para tener una piel más limpia y rejuvenecida. ¿Cómo hacerla? Muy sencillo, pues sólo necesitaréis fresas. Eso sí, fresas de cultivo ecológico, no vaya a ser que pongamos más químicos en nuestra piel de los que ya traen muchas mascarillas comerciales, se trata justo de evitarlos.

Si tienes puntos negros, impurezas o un cutis graso, gracias a la acción astringente y depurativa que posee esta fruta notarás como la salud de tu piel mejora, logrando un aspecto mucho más saludable.


Las fresas son ricas en  vitaminas C y E, lo que les otorga un gran poder antioxidante. Esto, usado externamente, nos ayudará a regenerar, rejuvenecer e hidratar nuestro cutis. Además, son una fuente natural de ácido salicílico por lo que funcionan muy bien en el tratamiento del acné.

Con el uso semanal de esta mascarilla notareis una mejora sustancial de la piel, que se torna más limpia, luminosa, sin tantas impurezas y, en consecuencia, más suave y nutrida.


No obstante, quien espere un milagro, que no la use, como todo, esta mascarilla por sí sola no hace magia, es preciso llevar una alimentación equilibrada, mantenerse hidratada, practicar deporte con asiduidad, tomar frutas y verduras frescas, etc. Es decir, podemos ayudar a nuestra piel externamente pero, al final, nuestra piel no es más que el reflejo de nuestra salud en general. Mantener un equilibrio entre cuidados internos y externos es fundamental amén del renombrado mens sana in corpore sano.

Lo ideal es aplicar la mascarilla unas 3 ó 4 veces por semana y en cada una de las aplicaciones necesitarás 3 ó 4 fresas. Lo primero, vuelvo a recordar, es que sean de cultivo ecológico. Las lavamos, les quitamos las hojas y las machacamos con un mortero, separando por un lado el jugo y por otro la pulpa.
Primeramente aplicaremos el jugo sobre nuestro rostro y cuello con un algodón impregnado en este y con pequeños golpecitos. Si tenéis la piel grasa podéis añadir previamente al jugo unas gotitas de limón.
Nos relajamos hasta que se seque y entonces aplicamos la pulpa anterior y la dejamos actuar durante 20 minutos, tras los que ya podemos aclarar con agua tibia.

El cuidado de la piel debe convertirse en un ritual diario, aunque muchas veces no nos apetezca (en este grupo me incluyo yo). Y es que la piel tiene “memoria” y, con el paso del tiempo, recuerda si la hemos ido cuidando o no. No podemos esperar a que aparezcan los primeros síntomas de la edad, es mejor prevenir su aparición, aunque sólo unos añitos, porque finalmente envejecer envejecemos todas, pero la base sobre la que lo hagamos, además de la mejor o peor genética, será la que determine nuestro aspecto futuro. Mimémonos por tanto y convirtamos estos momentos diarios en un ritual personal de dedicación a una misma.

¡Feliz cuidado!


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